Surge un grave problema de rebeldía, una situación crítica para los
líderes que tuvieron que enfrentarse a ella y la intervención de Dios
para poner fin a ese descontrol.
Los rebeldes no eran nenitos caprichosos, ni adolescentes enojados.
No eran personas nuevas que aún no conocen las cosas de Dios, ni
hermanitos recién convertidos que todavía no saben nada de la Palabra.
¡No! Eran príncipes del pueblo. ¡Líderes!.
Formaban parte del consejo que se reunía con Moisés para tomar
decisiones y algunos de ellos, además, eran levitas que servían en el
Tabernáculo y tenían la responsabilidad de ministrar a la congregación.
Estos rebeldes tenían un serio problema no resuelto: No aceptaban a los líderes
que tenían ni los soportaban. Para ellos, Moisés y Aarón eran los menos
indicados para li
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El amor es ante todo el mandamiento queJesús nos dio, sin embargo, muchos creyentes no lo ponen en práctica. Hablo de creyentes que pueden citar muchos versículos bíblicos y decir el Nombre de Jesús 35
ó 40 veces al día, pero son bruscos con su familia y sus amigos e
insensibles a las necesidades de los demás. Están tan ocupados "sirviendo al Señor” que no tienen tiempo para servir a otros. La discordia es la característica de sus vidas.
Quizá usted tenga muchos años de ser salvo y tal vez pueda hablar en
lenguas todo el día, pero si hay discordia en su corazón y no sigue el
mandamiento de amor de Jesús, las cosas espirituales no tendrán sentido para usted. Si usted se encuentra en esta condición, el nombre de Jesús
no hará nada por usted y su fe de nada le servirá porque la Biblia dice
que la fe obra por el amor. De hecho, ninguno de los dones d
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El sembrador es el que siembra la palabra. Marcos 4:14
Usted tiene en su interior un tesoro que puede tranformar el mundo,
que puede cambiar el destino eterno de alguien y llevarlo al cielo y
salvarlo del infierno. Es un tesoro que puede transformar la pobreza en
prosperidad, la enfermedad en salud, la tristeza en gozo. Usted tiene la
Palabra todopoderosa de Dios.
No la guarde para sí mismo. Siémbrela dondequiera que vaya. Siémbrela
en los corazones de las personas que se encuentre en la vida.
Comuníquela en toda oportunidad que tenga.
Usted quizá diga: "Pero no sé cómo”.
Entonces, empiece a aprender. Los pasos siguientes le servirán de guía.
Primero: tome la decisión. Decida que va a hablar de
la Palabra a otros, cueste lo que cue
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